Publicado en 27 septiembre 2011 ATTAC España
Quieren convertirnos en seres deprimidos y sobrevivientes.
Nos quieren en la cola y cabizbajos
Nos quieren ver depresivos y sobreviviendo.
Nos quieren aplastar. Los poderosos saben muy
bien que la gente empobrecida, parada y excluida, solo tiene en la cabeza
sobrevivir y pensar cómo se las arreglará para comer caliente al día siguiente.
No es su preocupación fundamental la de aprender y formarse, sino la de
encontrar un jornal, aunque sea de unas horas y por unos euros. No es la
reclamación de seguros sociales, ni siquiera la de una educación en condiciones
para sus hijos, sino como los podrá calzar y vestir.
Eso lo saben bien los y las poderosas. A cambio
ofrecen televisión embrutecedora, esperanza religiosa y competitividad, es
decir competición entre los excluidos para ver quien hace méritos para salir
como sea del hoyo y así poder consumir más, emular a base de falsificaciones
sus marcas de ropa y comprar coches usados, pero rápidos y con potentes
altavoces.
El neoliberalismo ha cambiado la vida y la
cultura en los barrios y ha dado una nueva esperanza, la del consumo a tu nivel
y la de admirar a pedorras y pedorros soeces, pero que siendo incultos,
triunfan. La solución es vender y venderse. Saben que su mensaje ha calado y
encima que les oprimen, explotan y controlan, muchas y muchos les votan, porque
las derechas, los señoritos, necesitan mano de obra y los socio-liberales
(antiguos socialdemócratas) hablan un lenguaje que no entienden y sacan unas
señoras con pinta de marquesas a hablar de economía, demostrándoles de esta
forma efectiva que ellos no les preocupan. Les preocupan los mercados y los
bancos.
Nos quieren machacar, empobrecer, embrutecer,
porqué saben que de esta forma nos tienen bajo su bota, o su tacón de aguja.
Quieren que seamos sus pobres caricaturas.
Si las izquierdas transformadoras y las gentes
del pensamiento crítico y alternativo quieren cambiar algo, o iniciar un
proceso de recuperación de fuerzas de las clases populares y de organización de
las y los de abajo, de las clases trabajadoras, lo primero que deberán hacer es
hablar un lenguaje que la gente de los barrios les entienda. Volver a los
barrios, pero no como misioneros o misioneras, sino como sufrientes y víctimas
que también somos de la crisis del capitalismo y proponer soluciones, visibles
y alcanzables, a veces sencillas, pero que permitan algunos éxitos iniciales,
porque si no les pareceremos “unos pringaos”.
No es el discurso ininteligible de puro
radicalismo infantil lo que nos permitirá articular la lucha ciudadana y la
lucha de clases. No serán los liderazgos mesiánicos los que nos harán avanzar
más allá de pequeñas islas. Solo el trabajo, el lenguaje sencillo y popular,
los liderazgos sociales admitidos, pero jamás impuestos y naturales. Solo el
preocuparnos por temas simples y tan esenciales a la vez como el empleo, las
pensiones, la educación y la salud, las prestaciones mejores y más largas en el
desempleo, nos hará creíbles.
Identificar al adversario, al enemigo, es clave y
los bancos, los ricos que salen obscenamente en la televisión en yates y
bodorrios que nosotras pagamos son los chorizos a desprestigiar. También las
derechas y todos los que quieren perpetuar este estado de injusticia, viviendo
a nuestra costa.
Necesitamos que las personas trabajadoras,
paradas y humildes vuelvan a tener orgullo y confiar en sus propias fuerzas.
Por eso, apoyar por ejemplo la manifestación del 25 de Septiembre por una
vivienda digna, por la dación en pago y denunciando la carroña de los bancos es
tan importante. Ese problema afecta a millones de personas, paradas, precarias
o quebradas y con una hipoteca a fin de mes, y encima podemos triunfar. Vamos a
conseguirlo.
Hay que volver a propuestas tan sencillas como
entendibles y no perder tanto tiempo en métodos. Hay que ser operativos,
movilizadores y no crear unas nuevas vanguardias separadas, por más que se crea
lo contrario, de las prácticas, vivencias y pensamientos de las y los vecinos
de los bloques de VPO, las antiguas barriadas sindicales, los patronatos de
Santa Adela o las casas baratas.
La unión hace la fuerza y para todo esto, los
movimientos sociales, ciudadanos, de género, los sindicatos y los partidos y
agrupaciones políticas de izquierdas y anti-neoliberales, deben converger. La
calle debe volver a llenarse y el 20N no errar el tiro. Los poderosos ya saben
lo que harán ocurra lo que ocurra tras las elecciones, además la banca nunca
pierde.
Un consejo mío (con perdón): si queréis saber si
alguien que os pide el voto quiere cambiar las cosas o no, preguntadle que
quiere hacer con el poder financiero, si desea controlarlo y enfrentarse a él,
no con demagogia sino con realismo. Preguntadle si quiere constituir la banca
pública. Preguntadle si propone eliminar las SICAV y hacer una reforma fiscal
progresiva y redistributiva, pero de verdad. En estos momentos esto es clave
para saber si nos dicen la verdad, o si nos quieren dar gato por liebre.
No nos deprimamos. Los barrios están llenos de
personas paradas y deprimidas, y ese es el triunfo de los capitalistas, los
poderosos y sus cipayos.
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